La
verdad es que no tenemos vino.
Nos
sobran las tinajas, y la fiesta
se
enturbia para todos, porque el sino
es
común y la sola sala es ésta.
Nos
falta la alegría compartida.
Rotas
las alas, sueltos los chacales,
hemos
cegado el curso de la vida
entre
los varios pueblos comensales.
¡Sangre
nuestra y de Dios, vino completo,
embriáganos
de Ti para ese reto
de ser
iguales en la alteridad.
Uva
pisada en nuestra dura historia,
vino
final bebido a plena gloria
en la
bodega de la Trinidad!
Obispo Pedro
Casaldáliga
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