miércoles, 16 de marzo de 2016

San Juan Eudes y el Corazón de María

San Juan Eudes decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las criaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo. 

El 8 de febrero de 1648, instituye, por primera vez en la historia de la Iglesia, el Oficio y la Misa del Corazón de María. Y ello era fruto de una una intensa actividad sacerdotal y misionera vivida hasta entonces por el Padre Eudes.

Dos bocetos “cabalgan” en su cabeza, quizás desde 1641 o 1643. Pero en todo caso, desde que existe su pequeña Congregación de sacerdotes (PP. Eudistas), circula un Oficio en honor del Corazón de Nuestra Señora. En 1648, al fin de la Gran Misión de Autun, el P. Eudes va a concentrar todos los descubrimientos, ya asumidos, en un gran tesoro: el Corazón de María. 

Improvisadamente decidió hacer imprimir el Oficio y la Misa de su fiesta: un culto litúrgico público. Era un gran estreno en la Iglesia, con el cual San Juan Eudes se sentía a la vez “confuso y orgulloso” (Paul MILCENT).

Pero, ¿por qué el Corazón de María? Porque María es la mujer del Fiat y del Magníficat, la que ha dicho: Sí. María «llevaba todo esto en su corazón»… Según el P. Eudes, nadie mejor que ella ha podido vivir la vida cristiana como participación de la vida de Jesús, como continuación y cumplimiento de la vida de Jesús.

Toma del card. De Berulle la idea de que María es “pura capacidad de Jesús”: de ella y por ella misma, María no es nada, pero su Hijo Jesús es todo en ella, es su ser, es su vida.  Por tanto, celebrar el Corazón de María equivale a celebrar a Jesús que vive y reina en el corazón y en la vida de los hombres y mujeres que se entregan a él. El Corazón de María es Jesús.

Así, este Corazón es celebrado litúrgica y pedagógicamente (su fiesta se celebró antes que la del Corazón de Jesús) como el lugar donde se puede leer, como en un libro abierto, lo que puede y debe ser una vida vivida realmente en Jesús. No se trata en modo alguno de una fiesta “maternalista” ni “feminista”. Siempre está centrada en Jesús.

Contemplar a María llevando todo en su corazón es ver hasta dónde conduce una vida que “forma” a Jesús en su propia historia y en la de los hombres.  Y ese tesoro descubierto es puesto a disposición de todos. Todos tienen acceso al Corazón de María, por tanto, todos tienen acceso a Jesús.

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