sábado, 18 de junio de 2016

Servir con misericordia es ir por la vida sembrando semillas buenas.




Servir es atender a cualquiera que nos necesite, no sólo a quienes puedan alguna vez servirnos a nosotros.

Servir es sembrar siempre... sin descanso, aunque sean otros los que recojan y saboreen las cosechas.

Servir no es sólo dar cosas, sino darse, entregarse uno mismo.

Servir es mucho más que dar con las manos algo que tienes... es dar con el alma lo que tal vez nunca nos fue concedido.

Servir es distribuir afecto, bondad, cordialidad, apoyo moral, amor por sí mismo y a veces, ayuda material.

Servir es repartir alegria, fe, estima, admiración, respeto, gratitud, sinceridad, honestidad, libertad, optimismo, confianza y esperanza.

Servir es... en verdad, dar más de lo que recibimos en la vida y de la vida...

Servir es ser realmente lo que por vocación somos:
manos y corazón de Dios.

Servir es ir por ahí recogiendo, como el buen samaritano, lo malheridos que abundan en las cunetas de la vida.

Servir es estar prestos siempre a lavar los pies a aquellos a quienes Dios quiere lavárselos, como nos los lavó a nosotros.





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