lunes, 25 de abril de 2016

Ese niño con hambre pudiera ser tu hij@, tu herman@, tu ángel

Un niñito desharrapado, con carita de hambre -relataba una mujer- vino a casa a recoger una camisa vieja que le ofrecí cuando lo encontré en la calle. 
Sobraba un poco de comida del almuerzo y se la ofrecí: comió de prisa, con muchas ganas, pero de pronto se detuvo y pidió que le regalara un pedazo de papel.
Envolvió con cuidado el resto de su comida y explicó: «Es para mi amigo: a esta hora, él no ha comido hoy nada todavía». 
Me quedé muy tocada, yo que me estaba sintiendo muy feliz porque le había dado una camisa vieja y un poco de la comida que me sobraba. 


Niños así, 
con hambre de muchos días,
sigue habiendo muchísimos, 
muy cerca de nosotros.
Niños que también son hijos de Dios,
por lo tanto hermanos tuyos y míos. 
Pero, ¿qué estamos haciendo tú y yo por ellos?
¿Nos limitamos a darles nuestra ropa vieja
o las sobras de nuestra mesa?

¿O quizás ni siquiera eso?.....

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